La corte del zar rojo

-¿Por qué me pegabas tan fuerte?

-Por eso has salido tú tan bueno -contestó la anciana antes de añadir-: Iosiv, ¿qué eres exactamente?

-Bueno, ¿te acuerdas del zar? Pues yo soy como un zar.

-Más te habría valido hacerte cura -replicó su madre. A Iosiv el comentario le pareció delicioso.

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«La corte del zar rojo«, es un libro del historiador Simon Sebag Montefiore, que adquirí hace dos años, en 2008, fecha de la publicación de su segunda edición en castellano. Por aquella época, escribí una reseña para la revista AWA, por la cual se me tachó de defender a Stalin… podéis leer el artículo completo haciendo click aquí y juzgarlo por vosotros mismos, pero vamos, tal vez fragmentos como «el espantoso silencio de los asesinatos en masa» deberían hacer dudar de que esté realmente haciendo una apología de Stalin, a no ser que esa persona considere ese tipo de cosas algo positivo…él sabrá…

(Abro un paréntesis porque tal vez lo que más me molestó de todo el asunto es que me dijera que tuviera cuidado con lo que escribía, hay gente que no sé que coño se piensa; cierro el paréntesis).

La razón de que casi dos años vuelva a escribir un artículo de mismo título, es que en las últimas dos semanas he retomado la lectura del libro, que quedó aparcada por exámenes el tiempo suficiente para que me olvidara de él y me pusiera a leer otras cosas. Pero uno siempre acaba volviendo a lo bueno y lo cierto es que este libro lo es y mucho. Podemos decir que está totalmente dentro de la denominada historiografía británica, que se fundamenta en la preocupación por no escribir somníferos dignos de ser empleados como ladrillos en alguna edificación.

En su momento cerré mi artículo diciendo: «Este libro es la narración absorbente de aquel mundo, en el que el rojo de las estrellas se fundía con el de la sangre manando de agujeros de bala. Una historia reconstruida como no se había hecho hasta ahora, ya que el autor ha tenido acceso, por primera vez, a los archivos del dictador y de sus colaboradores, recientemente desclasíficados. De modo que en un lenguaje atrayente, al estilo de la historiografía británica, ha dejado que los documentos hablen por sí mismos y sean los propios actores los que nos desvelen lo que se cocía en la corte imperial del primer y último gran Zar de todos los soviets.» Debo decir que después de dos semanas y media de lectura, renuevo plenamente hasta la última palabra.

Hace tiempo, leí en algún foro que alguien (leyendo todo su comentario tampoco es que el tipo demostrase ser una lumbrera y/0 saber demasiado sobre lo que estaba hablando, pero al menos en este aspecto que voy a comentar a continuación, su crítica tenía cierto fundamento) criticaba la familiaridad en el lenguaje y/o el uso de vocabulario coloquial, primero pienso que eso es parte del atractivo del libro, esto es un ensayo, no un libro de texto; segundo cuando sobre una hoja mandada por uno de los ministros comisarios de Stalin, Voroshilov o Kaganovich o alguno de esos, con una lista de personas a las que condecorar con la orden de Lenin, hay escrito al margen por el lápiz azul de Stalin a modo de firma «Y condecoramos a estos gilipollas con la orden de Lenin«, me parece absurdo y pedante escribir en unos términos distintos en pro de un academicismo que no hace sino dar una imagen distorsionada de la realidad.

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«Stalin no estaba loco», esta afirmación fue una de la mayores fuentes de polémica de mi artículo. Bien pues me reafirmo, porque no estaba loco (y si no me creéis leed el libro), o no mucho más de lo que podemos estar cualquiera de nosotros, porque es bien sabido que para un psicólogo todo el mundo tiene algo en su cabeza que no funciona.

Y creedme, esta idea me aterra mucho más que pensar que en su carácter hubiera algo de aberrante, de patológico. Resulta muy duro pensar que en determinadas circunstancias, con un clima y un ambiente determinado, cualquiera de nosotros puede ser un Stalin.

Iosif Visariónovic Djugashvili, el georgiano, el hombre de acero (stal), Stalin; hijo de un borracho que abandonó a su familia y de una madre, Keke, con la mano muy suelta y que posiblemente ejerciera de concubina en la casa donde servía. Estudió en un seminario, que era la forma de que los pobres pudieran estudiar. Agente doble, afiliado al partido bolchevique e informador de la Ojrana, la policía política zarista, como muchos antes de la revolución. Un hombre hecho a sí mismo, culto a fuerza de leer, protector de escritores y artistas.

Era un hombre con una personalidad magnética. Silencioso y enigmático, con esa media sonrisa cínica y burlona con la que aparece en todas sus fotografías. Capaz de despertar un amor fanático hacia su persona…o tal vez fuera ese gen maldito que habita en el seno de la humanidad y que nos hace seguir a un líder hasta el mismísimo infierno si hace falta… ¿Cómo es posible sino, que Yezhov, que fuera el comisario general del NKVD (Comisariado del Pueblo para la Seguridad Interna), que llegaba a las reuniones del Politburó con manchas de sangre en las mangas de la camisa, después de meses en la Lubianka, delante de los verdugos, pidiera que le dijeran al camarada Stalin, que moría con su nombre en los labios?

Se supo rodear de los instrumentos de necesarios para construir una sociedad nueva mediante el crujir de huesos y los borbotones de sangre. De todas formas, no creo que asistiera jamás a una ejecución, al menos desde que accedió a la cúpula de Unión Soviética. Es mucho más fácil vivir, cuando no te ha salpicado la sangre de los miles que has asesinado. Los brazos ejecutores acababan desquiciados; posiblemente porque ellos mismos sabían que acabarían pasando también delante de la pistola; Yagova, Yezhov y Beria son la prueba. Después de Beria todo cambió. Se acabó el Terror. La sociedad prerevolucionaria, las clases susceptibles de oponerse al bolchevismos así como sus descendientes habían sido exterminadas. De modo que el zar rojo había triunfado.

El se veía como Iván el terrible, pues al igual que él había descubierto y conjurado la amenaza de los boyardos que planeaban asesinarlo para evitar la construcción del nuevo estado. Solo que en esta ocasión para ser culpable no bastaba con tener una intención real, simplemente con tener la posibilidad bastaba.

Era un pontífice, como dije en mi artículo anterior, que venía a suplir a la vieja religión derribada por una nueva dotada de la misma mística, aunque exenta de todo individualismo y todo amor al hombre. Creo que algo así solo podría haberse dado en Rusia y en un partido como el bolchevique…

No hay peor crueldad que la de un fanático, no hay fanatismo peor que el de un cínico, no hay peor cinismo que el de alguien muy cuerdo…

La corte del zar rojo de Simon Sebag Montefiore

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Por: El Exiliado del Mitreo

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Acerca de Exiliado del Mitreo

Hago muchas cosas, pero principalmente me gusta pensar que soy un tipo que a veces escribe... Ver todas las entradas de Exiliado del Mitreo

11 respuesta a «La corte del zar rojo»

  • Javi

    Muy interesante la entrada, y el libro. Antes de nada, aclarar que Stalin es un personaje que me produce una profunda repulsión, pero al cesar lo que es del cesar, el tío supo moverse.

    Coincido plenamente en que Stalin no estaba loco (psicópata si era, pero es cada uno de nosotros lo somos un poco)…
    Es más, era más mucho consciente de la realidad que le rodeaba que su «némesis» alemán, lo que le convertía en un mejor y más eficaz asesino.

    En cuanto a tu reflexión:
    “Resulta muy duro pensar que en determinadas circunstancias, con un clima y un ambiente determinado, cualquiera de nosotros puede ser un Stalin.»

    Esa es la cuestión principal, por que Stalin no es un simple loco, que mata por matar
    Los actos de Stalin se diferencian entre los que ejecuta como «Dios» absoluto del estado soviético (Colectivizaciones masivas, por ejemplo). Los que perpetra por puro pavor ante la idea de que alguien quiera revelarse contra el (purgas, asesinatos de sus lugartenientes, etc etc…). Y los que simplemente son pura venganza (Tujachevsky) y todos son ejecutados de forma metódica y bien preparada

    ¿Como se puede llegar hasta ese punto de barbarie?
    De entrada yo diría que careciendo de determinados principios básicos de civismo y sentido común (los cuales no creo que fuesen muy abundantes en la infancia Estaliniana) y fuertes complejos unidos por un lado, a la sensación de de impunidad que otorga el «poder absoluto» y por otro el evidente temor paranoico de perder esos privilegios. Podríamos decir, que Stalin estaba pues deshumanizado (no me gusta el término, ya que nuestra especie es bastante lamentable, pero se entiende lo que quiero decir) al menos cuando le tocaba decidir sobre las vidas de los demás.

    Una parte de estas premisas las adquiere desde bien pequeño, otras le vendrán en el horror de la guerra civil, y la «picota final» cuando accede al poder (es decir, a la impunidad) se completa el círculo. Por cierto, Hitler pasó por un proceso similar…

    Ahora bien imaginemos que somos uno de nosotros…
    Mañana mismo, por efecto de la crisis económica, social, y de juego del Madrid Mitraista es investido dictador de la república española…

    ¿Puede una persona equilibrada, culta, y buena (te quejarás de piropos XD) y que no ha tenido las particulares condiciones de Stalin, llegar a ese nivel de horror?
    ¡Por supuesto! solo ha de «deshumanizarse»…

    Y el poder ayuda bastante, de hecho es un excepcional deshumanizador por sí mismo. La sensación de que los actos están motivados por «un bien mayor» ha descargado enormemente los hombros de cientos de gobernantes, que a lo largo de la historia han usado esa premisa para justificar sus revoluciones culturales, purgas, levantamientos nacionales, Bombas atómicas y demás lindezas. Este pensamiento también ayuda a aquellos que apoyan a la causa del líder, ya que sus actos también ayudan a ese bien mayor, ya que mientras actúen en su nombre, serán impunes…

    Sobre el proceso de deshumanización (y ya dejo de enrollarme) es muy interesante la lectura de la primera parte de «Los amos de la muerte» de Richard rhodes (¿te suena? 😛 ) donde el autor intenta descifrar, como un grupo de doctores, profesores, y gente a priori «normal» acaba convertida en una suerte de asesinos sin escrúpulos en el frente este.

    Realmente es fascinante la IIGM, como dos monstruos del calado de Hitler y Stalin coinciden al mismo tiempo y en unas condiciones tan particulares, por que a lo largo de la historia han existido muchos monstruos, pero pocas veces han coincidido en la misma época y en unas condiciones tan propicias para el horror.
    En caso de H & S (XD) no solo coinciden, si no que, cual crossover marveliano, se embarcan en una lucha sin cuartel, generando una destrucción nunca antes vista. Previamente ambos, opositan para el cargo de señor de los infiernos, desatando una suerte de masacres indiscriminadas y compitiendo por poner más millones de muertos sobre la mesa, el ruso ganó en número, y el alemán en crueldad.

    Lamento el ladrillo! Un saludo!

    • exiliado.del.mitreo

      De ladrillo nada, haces reflexiones muy interesantes y la conclusión que haces es muy buena amén de divertida (crossover marveliano, jajaja). Y siento cambiar de tema pero Javi, esto te va a encantar:

      Te pongo en contexto ¿vale?
      Bueno, pues después del penoso papel que había jugado el ejército rojo en Finlandia, donde le había costado Dios y ayuda derrotar con fuerzas muy superiores al ejercito de fantasmas finlandeses (es lo que tienen las cargas frontales contra una línea fortificada, la Línea Mannerheim, y unas fuerzas profesionales uniformadas de blanco que acechan en el bosque y la nieve…), los listos del Politburó decidieron nombrar como jefe del Stavka (el estado mayor) a Timoshenko, así como liberar a 11.178 oficiales que habían sido purgados a principio de los años 30’…»fiambres con suerte» se llamaba a este tipo de gente que se salvaba por los pelos (Mijaíl Tujachevski, hacía mucho que lo habían matado a hostias, como bien dices era algo personal. Pese a reventarle un ojo y todo durante una paliza, el cabrón no firmó ni una sola hoja, ni delató a nadie…).
      Bueno te pongo este extracto, es una conversación entre Stalin y uno de estos oficiales que volvía de «una misión larga y peligrosa»:
      «(…) El propio Vozhd, tal vez al ver que le faltaban las uñas de los dedos, preguntó a uno de ellos, Konstantin Rokossovski:
      -¿ Fuiste torturado en la cárcel?
      -Sí, camarada Stalin.
      -En este país hay demasiados pelotilleros que dicen a todo que sí -concluyó el tirano dando un suspiro. (…)»

      Jajaja, ¡¿se puede tener más morro y ser más hijo puta?! Ya ves que el pobre Rokossovski tambien se las hicieron pasar canutas.

      Mmmm, ahí tengo «los amos de la muerte» esperando para ser leído en cuanto me acabe el libro del mariscal Zhukov que me has prestado (la verdad que me vienen muy bien, porque el del Zar Rojo con 800 y pico páginas no es como para ir paseándolo, jeje).
      Hay un libro muy interesante de una escritora/periodista serbia que se llama Drakulic, sobre los genocidios durante la guerra de los Balcanes. Son entrevistas a los verdugos, relatos casi en primera persona…la reflexión que la oí hacer, es precisamente que sorprendía la absoluta vulgaridad de esta gente…eran gente anodina, corriente, no había nada raro, patológico en ellos, nada que llamara la atención…
      Esto me hace pensar en esa frase del Libro de la Revelaciones: «¡El Diablo camina entre nosotros!».
      …porque el diablo siempre somos nosotros…

      Si me permites al resto de tu comentario voy a responderlo junto con el comentario de madridista91, porque me habéis sugerido una idea interesante que quiero compartir.
      Pero esperaos que puede que no responda inmediatamente.
      Un saludo!

      P.D.:El fauno ha pillado a su segunda ninfa, jaja 😉

      • Javi

        Bueno bueno, me dejas de piedra con la anécdota… O_O

        Menudo cínico estaba hecho el tío, pobre Rokossovski, que encima era polaco XD (y uno de mis generales favoritos, un tipo con un par) .
        También nos da una muestra de lo poco o nada que le importaban las vidas de los demás, y de las escasas ganas que tenía de enfrentarse a sus actos.
        Todo un angelito oye xD

        Por cierto, también se le atribuye la autoría de una de las frases más contundentes de la historia

        «Una única muerte es una tragedia, un millón de muertes es una estadística.»

        Aunque no se si será apócrifa, le viene como anillo al dedo al tío Iosif

        Y no deja de ser curioso por ejemplo, que a Roosevelt solo le faltó pedirle matrimonio a Stalin (Churchill se ponía de los nervios con la simpatía que el Georgiano le despertaba al presidente de EE.UU.) hace tiempo leí un comentario de Churchill en el que hablaba de esas simpatías, a ver si lo encuentro.

        PD:
        Fe de erratas gordas gordas. Donde puse

        «el ruso ganó en número, y el alemán en crueldad.»
        Debería poner
        «el Georgiano ganó en número, el Austríaco en crueldad»
        Lapsus nacionalista XD

        Un saludo!

  • madridista91

    No es raro que dos monstruos como Hitler y Stalin coincidan en el tiempo lo raro es que lleguen al poder en dos potencias mundiales, esto puede deberse a la crisis economica de la epoca que hacia que la gente apoyara a quien le prometiera prosperidad y en el caso de Alemania al orgullo herido despues de que le hicieran firmar condiciones humillantes tras perder la guerra mundial.

  • exiliado.del.mitreo

    Bueno, por fin encuentro tiempo para escribir algunas líneas respecto a lo que habéis comentado, que me parece muy interesante. Disculpad la tardanza, he estado algunos días fueras y el resto demasiado liado.

    Antes de entrar en reflexiones, quería comentar que siempre he sentido un curioso magnetismo por el personaje de Stalin. No es admiración, es más bien una fascinación irracional. Con esto quiero decir, que la imagen que él creó de sí mismo sigue funcionando. Frente al gritón y profundamente desagradable Hitler o al histriónico y ridículo Mussolini, por ejemplo, Stalin aparece como un hombre silencioso y reflexivo. Su apariencia es como la de un padre; severo, pero a la vez afectuoso e indulgente; con esa mirada burlona de alguien que parece que se está guardando un secreto. Cuanto más lo conozco, más se acentúa ese sentimiento contradictorio de profundo rechazo y admiración, digamos que siento como se superpone lo racional y lo irracional.
    Y es que el tipo en el fondo era una pura contradicción.

    Y ahora la reflexión, que creo que no está desligada de la primera parte del comentario.
    Habéis hablado de monstruo y habéis hablado de deshumanización. Mi pregunta es la siguiente ¿habría podido existir una personalidad como esta en el EE.UU.? Yo creo que no, y no solo por el momento histórico particular en el que se inserta su vida, si porque creo que casa perfectamente en el imaginario de lo ruso (sí, sé perfectamente que era georgiano, pero su nación estaba en estrecha relación con el imperio ruso desde hacía siglos, al igual que con los otomanos, los iranios y otros pueblos de las estepas de Asia central). Si se comparaba a Ivan el terrible, es porque había existido un Ivan el terrible antes de él.
    Me fascina la historia de Rusia, no sabría explicar muy bien porqué, pero así es, y es muy posible que haga una entrada larga sobre lo que entiendo por ese «espíritu de lo ruso». Como muy bien dijo un abuelete que entrevistaron frente al muro del Kremlin: «Rusia es el país de locos y de los héroes».
    Por eso quiero puntualizar que las figuras de Hitler de Stalin, que hacéis ir de la mano, me parecen muy diferentes, aunque tengan en común los asesinatos en masa…
    Por otro lado con esa infancia, con esa vida dura, de sacrificios, de auto-aprendizaje, en Estados Unidos, estoy convencido que Iosif Stalin hubiese llegado igualmente a tocar poder. Lo más seguro es que hubiese escalado puestos desde lo más bajo hasta dirigir una multinacional. Porque está claro que a diferencia de Lenin o Trotsky, Stalin no era un hombre de doctrina, sino que era un hombre astuto y ambicioso, tenaz e intrigante, con pocos o ningún escrúpulo, que sabía rodearse de las personas adecuadas y con un carisma y un encanto personal fuera de lo común.

  • andres salama

    Es un libro muy interesante. El autor Montefiore despues escribio otro libro aún mejor a mi gusto, una «precuela», Young Stalin (se tradujo al castellano como Llamadme Stalin) sobre los primeros años de la vida del futuro dictador, que muestra como los años jovenes de Stalin marcaron su vida futura y el caracter de su gobierno, y como lejos de
    ser el mediocre dirigente que decia Trotsky, fue un hombre en muchos sentidos brillante, inteligente, culto, amoral, fanatico y atrevido (por ejemplo, en 1907 dirigio un robo a un banco en la capital de Georgia, que dejo decenas de muertos, con el objeto de recaudar fondos para los bolcheviques).

    • exiliado.del.mitreo

      Hola Andrés, es siempre una alegría ver caras nuevas asomarse por aquí. Muchas gracias por tu comentario, espero que sigas volviendo en el futuro.

      Conozco el libro, de hecho no lo compré cuando lo vi, hará algunos meses, más por razones de dinero que por otra cosa. Ahora por tu culpa me lo tendré que comprar…me has metido cruelmente en el cuerpo el gusanillo de la curiosidad 😉

      ¿No me dirás que el título «Llamadme Stalin» no tiene gancho? jeje, el original es demasiado simple y descriptivo, con este parece que te están vendiendo una novela, me parece que el editor ha tenido una idea muy buena.
      Por cierto, se ha reeditado «La Corte del Zar Rojo», creo que es ya la 3º edición, pero esta vez en rústica (¡Ojo! Aunque no en bolsillo), lo que es muy de bueno para las economías modestas como la mía (aunque para mí llega ya tarde).

      Stalin era un personaje increíble, y está claro que si llegó donde llegó fue por algo. Por otro lado, esto hace que resulte aún más duro y más triste, ver que una persona con semejantes cualidades y potencialidad (carisma, astucia, inteligencia, capacidad de trabajo, determinación…) ordenara y propiciara semejantes horrores…Muchas veces me pregunto que le sucede a nuestra especie ¿Fanatismo o simple y pura amoralidad?

      • andres salama

        Recomiendo que hagas un esfuerzo y compres el libro, a mi me ha gustado mucho. Ademas de mostrar la vida aventurera del joven Stalin y como se fue formando su personalidad (uno de los capitulos mas interesantes relata su exilio en un remotisimo lugar de Siberia durante gran parte de la primera guerra mundial y como pudo sobrevivir en gran parte de la caza y la pesca gracias a la ayuda de las tribus aborigenes de la comarca), tambien es una pintura fascinante del Caucaso de finales del siglo 19 y principios del 20, con una mezcla increible de tradiciones milenarias, gangsters, revolucionarios, sacerdotes venales e imperialistas rusos.

  • exiliado.del.mitreo

    Oye Andrés, ¿y uno que se llama «Bandera Roja: una historia política y cultural del comunismo» de David Priestland, lo has leído?

    El de «Llamadme Stalin» lo he visto en Iberlibro.com a un precio razonable y es muy posible que me lo regale para los reyes magos 😉 jeje

  • Aceituna del mal

    Rojo. (guiño guiño)

    Al comentario de que es curioso que coincidan 2 tios de «ese rollo» en el poder, coincido en que podría haber pasado lo mismo en Estados Unidos o Reino Unido, pero afortunadamente USA sigue teniendo límite de mandatos y UK unos reyes florero.

  • Reseña: Commandant of Auschwitz |

    […] haya podido ver a Hoess en su dimensión humana. Como ya dije en su día en la reseña de “La corte del zar rojo”, soy muy reticente a usar el término monstruo con los genocidas. Un monstruo tiene algo de […]

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